martes, 21 de mayo de 2013

Más allá de la mediocridad están los verdaderos líderes. Éso es la diferenciación.

Hace ya unos dos años y medio, apareció en Austria un movimiento liderado por un profesor de universidad en el que nos hablaba de una nueva manera de gestionar las empresas que además de productiva, rentable y eficiente, fuese también sostenible no sólo económicamente, sino tambiém sostenible en otros términos, relacionados con la sociedad y el bien común como la dignidad humana, la justicia social, la solidaridad, la ecología y la transparencia democrática.

Me pasó desapercibido en su momento hasta que vi una entrevista de Christian Felber, el creador de este movimiento, en TV3, y pude conocer un modelo real y pragmático para combatir el agotamiento del modelo económico actual, lejos de propuestas utópicas, eso sí  pero llenas de buena voluntad, que para entonces habían llenado mi biblioteca y mi cabeza.

Desde entonces, Junio de 2012, he estado colaborando con el campo de energía de Barcelona de la Economía del bien común,  un movimiento que para quien quiera tener más detalles puede encontrarlos en http://www.economia-del-bien-comun.org/.

Ya hemos hablado en otros posts de la importancia de las empresas en trabajar la diferenciación, como un elemento básico de posicionamiento.

Ahora más que nunca las empresas necesitamos diferenciarnos para definir un posicionamiento que ayude a sobresalir entre la oferta agresiva y cortoplacista que nos invade a consumidores y empresas.

No me canso de recomendar a mis clientes que debemos buscar ése elemento diferenciador que nos ayude a destacar de la mediocridad y posicionarnos como verdaderos líderes en un segmento de mercado.

La respuesta siempre es la misma, 1. mira qué hace tu competencia, 2. busca segmentos de interés donde los demás no se hayan focalizado todavía, 3. crea un servicio orientado a cubrir una necesidad en ése segmento y 4. a partir de aquí posiciónate.

Adjunto aquí el link a un artículo muy interesante sobre Responsabilidad Social de empresa (RSE) que he recogido del boletín mensual de CEDE, escrito por el Dr. José Luis Fernández Fernández, una evolución de lo que conocemos por RSC pero más orientado a la estrategia y la integración holística de la organización que a las actividades y acciones de ámbito social en las que se basan los planes de RSC de cualquier empresa.

Estamos inmersos en un sistema económico y político que todos sospechamos que tiene serios síntomas de estar enfermo, y será más temprano que tarde, que las empresas deberemos aplicar modelos de sostenibilidad más allá del aspecto económico para alinearnos con la realidad de unos consumidores cada vez más sensibilizados por vivir en un mundo más sostenible y exigir a las empresas que trabajen con responsabilidad y esfuerzo en esta línea.

Como dice el Dr. José Luis Fernandez la RSE no se trata de una operación de maquillaje de marketing, ni de resolver por una vía lo que estamos haciendo mal por la otra, sino de plantear seriamente cuales son los objetivos de nuestra empresa, si se va a limitar como hasta ahora a ganar dinero o va a empezar a romper estas dinámicas del pasado para alinearse con los intereses de los consumidores y las generaciones futuras.

La Economía del Bien Común, nos dice exactamente ésto, pero no con palabras, sino con un cuadro de gestión integral que nos permite llevar a cabo este proceso de transformación de forma metódica y  profesional.

¿El resultado? conseguir transformar una empresa del montón en una empresa orientada a un segmento de futuro, con unas necesidades inacabables, ávidos por relacionarse con aquellas empresas que de verdad trabajan para ser mejores empresas y crear un entorno mejor.

La Economía del bien Común, es una oportunidad para las empresas que la aplican, de diferenciarse de la mediocridad, y con pocos esfuerzos, acabar posicionándose en una alternativa clara de futuro e integrada en un modelo social y económico en permanente evolución.

Es como pasar de la contabilidad tradicional al control de la gestión, de la actividad comercial al plan estratégico de marketing o de la contratación de personas a la gestión de los recursos humanos, pero dentro del ámbito de la gestión empresarial.

Es un paso más en la gestión integral de la empresa que involucra, proveedores, clientes, empleados y sociedad, y posiciona a la empresa como eje principal y de cohesión de todos y cada uno de éstos elementos; algo que va mucho más allá de una simple cuenta de explotación o un balance financiero.

Es por tanto, una gran oportunidad de diferenciarse para empezar a liderar un proceso de cambio empresarial sin precedentes.

---------------------- Artículo original del Dr. José Luis Fernández ------------------------------


Notas sobre la Responsabilidad Social de la Empresa

Dr. José Luis Fernández Fernández1

Resumen 

En un contexto social y humano difícil como el actual, la Responsabilidad Social de la Empresa
es una cuestión que más que por moda surge por necesidad de involucrar la propia actividad
en el día a día de la sociedad.La RSE es la oportunidad más grande para llegar a ser cada día
más y cada vez mejor empresa. Constituye un reto de innovación y una gran ocasión para
configurar un proyecto organizativo ilusionante, capaz de atraer y retener a los mejores, desde
el respeto a la persona, la implicación en lo social y la búsqueda sostenible de la rentabilidad y
el desarrollo económico, en aras del bien común. Este cuaderno recoge la opinión de uno de
los mayores expertos de nuestro país en la materia y es una oportunidad para reflexionar sobre
la importancia de este concepto, más allá de las meras palabras complacientes, en el día a día
de los directivos y de las organizaciones en que desempeñan su actividad.

I. El contexto de la RSE: luces y sombras de su desarrollo actual 

¿Qué características definen la circunstancia presente por lo que hace referencia a la gestión
empresarial? Señalemos algunas notas:


  • Vivimos en la era de la globalización, donde empresas de gran tamaño –algunas con presupuestos superiores al PIB de muchos países- operan a nivel transnacional. Y cuyas decisiones pueden tener grandes impactos allende sus fronteras nacionales 
  • Esta globalización también se entiende en términos de multiculturalidad, como el hecho de que pautas de consumo de un país lleguen a otro; o que los movimientos migratorios nos traigan nuevos trabajadores; o nuevos clientes que propician cambios comerciales y un mayor impulso a determinados negocios. 
  • Los mercados cada vez están más liberalizados. El peso del sector público va disminuyendo al tiempo que aumenta el protagonismo de los mercados de capitales. Por lo demás, cabe decir que, si bien para los inversores sigue primando el beneficio económico,parece que algunos empiezan a considerar también otras variables que representan nuevas demandas específicas. 
  • La liberalización aumenta la competencia, con el impacto que tiene esta circunstancia en cuestiones como el precio, la diferenciación de productos y servicios. Y ello trae consigo una mayor velocidad de rotación de negocios, productos, técnicas comerciales, etc…; toda vez que, en las decisiones de compra, parece que ya no sólo se valoran los activos tangibles de un producto, sino también los intangibles. 
  • Desde otro punto de vista, habría que resaltar el dato de que la sociedad está más sensibilizada ante la limitación de los recursos naturales. Y que esta sensibilidad ha elevado el listón de las exigencias a las empresas.
Gracias al poder que han ganado tanto algunos colectivos sociales (ONG, Asociaciones, Sindicatos, Fundaciones, etc.) como los medios de comunicación, sus exigencias de transparencia son más escuchadas por las empresas, muy vulnerables a los controles férreos y las denuncias que estos agentes que configuran el “Tercer Sector” vienen realizando con creciente interés y profesionalidad. 

Pues bien, en las últimas décadas han aparecido nuevas maneras de gestionar, para dar respuesta a estas nuevas realidades que venimos describiendo como el contexto desde el que interpretar el fenómeno de la RSE. Se trata, sin duda, de algo reciente; pero cuyo impacto está dejándose sentir, si bien no tanto como pudiera desearse, sí, en todo caso, de manera inequívoca. 

No olvidemos que el año 1999 marcó un hito, no sólo en el cierre del siglo y del milenio, sino también en lo que significó el pistoletazo de salida de mucho de lo que a lo largo de la siguiente decena nos hubo de ocupar a muchos de nosotros, envueltos en el discurso de la Responsabilidad Social de la Empresa. Podemos recordar un famoso discurso pronunciado por Kofi Annan, Secretario General de la 
ONU en la Cumbre de Davos del año 1999; o podemos mencionar también la Cumbre de Lisboa que habría de tener lugar inmediatamente después, en el año 2000. Allí se planteaba un reto estratégico y político respecto a lo que la Europa Unida había de tratar de conseguir en los años siguientes. 

Con este telón de fondo, procede plantear las cinco consideraciones siguientes: 

• En la última década han cambiado muchas cosas. El mundo, la realidad social y cultural, la 
coyuntura económica, el ámbito de lo tecnológico, la esfera de lo político se transforma 
constantemente. 

• Permanecen otros muchos asuntos, muy graves algunos de ellos, que no debiéramos 
dejar por más tiempo de atender como es debido, salvo decisión suicida de nuestra parte; 

• El balance que cabe hacer, por lo que a la RSE respecta, es que estamos en presencia de un 
fenómeno parcial; paradójico e insuficiente; 

• Sin embargo, lo conseguido hasta el día de hoy en materia de RSE no es, en modo alguno, 
despreciable. Sin perjuicio de tener que afirmar a renglón seguido que es necesario avanzar 
más allá de lo logrado. 

• Por consiguiente, habría que embarcarse en nuevas direcciones, idear nuevos proyectos, 
ofrecer mejores propuestas. Y ello debiera ser acometido con coraje moral, con voluntad 
política, con imaginación estratégica. Sobre todo, no debiéramos dejar que el fenómeno de la 
RSE quedara estancado, cuando podría estar llamado a ser un referente crítico. No 
debiéramos conformarnos con que todo el esfuerzo práctico de parte de las empresas y 
organizaciones se diluya en lo superficial. No sería de recibo conformarse con que, al fin y al 
cabo, todo hayan sido fuegos artificiales, estrategias de marketing, meras prácticas de 
relaciones públicas, siendo así que en la propia entraña del fenómeno de la RSE anida toda 
una manera nueva de entender el fenómeno empresarial, la economía de empresa y las 
relaciones empresa y sociedad. 

II. Más allá del modelo Neoclásico en la Teoría de La Empresa 
Considero que la RSE es y forma parte intrínseca de la empresa y la gestión; que ha de estar ínsita en
la propia entraña y dinámica del negocio; y que ha de constituir el cañamazo sobre la que articular las 
políticas, las estrategias y las estructuras. Todo lo que sea conceptualizar la RSE como algo añadido,
ajeno a la propia razón de ser y al modo de operar de la empresa supone una distorsión del enfoque y 
una mala interpretación de lo que significa. Mas, por desgracia, suele ser bastante común caer en este
error. 
Por ello, pienso que es necesario delimitar en forma negativa qué No es la RSE o, en todo caso, qué 
no agota del todo lo que la RSE representa. Lo haré de manera telegráfica: 
• La RSE no es (sólo, ni principalmente) filantropía empresarial; ni mucho menos “filantropía 
estratégica”. 
• Tampoco equivale, sin más a acción social de la empresa (donaciones, patrocinios, 
mecenazgos, colaboraciones con instituciones y ONG)
• No es el intento –reactivo- de reparar daños causados de manera más o menos querida, y de la 
que se siente o puede ser motejada de “responsable”
• No es una carga más, un nuevo obstáculo que saltar
• Tampoco es puro marketing ni debiera ser, sin más, una estrategia publicitaria 
• No es algo que se pueda anclar en el corto plazo 
• No es una moda, sin más; ni algo que pueda opcionalmente ser o no ser asumido por las 
empresas 
• No es un departamento más en la grandes corporaciones 

Y bien: ¿Qué es, entonces, la RSE? Lo diré de manera propositiva: La RSE es la oportunidad más 
grande para llegar a ser cada día más y cada vez mejor empresa. Constituye un reto de 
innovación y una gran ocasión para configurar un proyecto organizativo ilusionante, capaz de 
atraer y retener a los mejores, desde el respeto a la persona, la implicación en lo social y la 
búsqueda sostenible de la rentabilidad y el desarrollo económico, en aras del bien común.

Va más alláde lo que exigen las obligaciones legales. Es decir, el cumplimiento de la ley es 
condición necesaria para ser considerada una empresa responsable, pero no suficiente. 
• Es de integración voluntaria; no se puede forzar a una empresa para que sea responsable, 
más allá de las obligaciones morales cuyo compromiso de cumplimiento debiera emerger de la 
propia empresa. 
• Ha de integrarse en su gobierno y en su gestión, a través de su estrategia, sus políticas y 
sus proyectos. 
• Dicha integración ha de incluir preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de 
respeto a los derechos humanos, lo que implica un enfoque tridimensional que se conoce 
como la Triple Bottom Line o Triple Cuenta de resultados. 
La RSE supone una manera de gestionar las organizaciones que modifica y supera el concepto 
neoclásico de empresa según el cual su único objetivo era “maximizar el beneficio para el accionista”.
Pero, ¿es ese el único tipo de beneficio que la sociedad espera de una empresa? 

Resulta evidente que una empresa que no arroje unos resultados económicos positivos no es 
sostenible en el largo plazo. Ahora bien, toda empresa que busque obtener la legitimidad social para 
seguir en el mercado habrá de satisfacer las demandas –todas las demandas: las emergentes, 
derivadas del contexto que describí en el apartado anterior, también. 

III. Conclusión 

Haría bien la empresa en tomar en serio y gestionar el reto de la RSE, empezando por aclarar algunas 
de las cuestiones más básicas y esenciales. Por ejemplo: identificando su propia y esencial razón de 
ser, su contribución específica a la sociedad; es lo que se conoce en estrategia empresarial como la 
misión de la empresa. Además debiera definir cuál es la visión que tiene de sí y que quiere transmitir a 
la sociedad y al mercado. Paso obligado en el proceso es el de explicitar los valorescon los que se 
identifica y que deberían configurar su cultura. 

Asentados así los pilares de la empresa, habrá que ir marcando los pasos que van a permitir materializar la misión (objetivos, políticas y planes de acción), definidas a través de su estrategia corporativa. De todas las decisiones que se vayan tomando para hacer realidad lo planificado - desde el nivel más estratégico al más operativo- la empresa tendrá que rendir cuentas ante la sociedad.


Si hay salida de la crisis, no hay duda de que va a ser dolorosa

Adjunto un excelente artículo de El confidencial donde le hacen una entrevista a Philip Coggan redactor jefe de "The Economist" en la que hace un excelente análisis de la situación actual de la crisis en términos macroeconómicos, utilizando el dinero como elemento primordial.

Un buen repaso  de la situación de agotamiento que está vivendo el modelo bancario y a sus expensas el model político que ya no tiene ideas para afrontar la situación que España y otros países de Europa están viviendo.

No hay duda de que los  modelos financiero y político tal y como lo conocemos no puede ayudarnos a salir del endeudamiento que sufrimos, que nos arrastra a una recesión creo que sin precedentes desde la abertura de España a los mercados internacionales.

Problemas como la falta de control de la moneda, los intereses sólo financieros de los bancos centrales que tienen un gran poder, y la falta de iniciativas políticas (financiadas desgraciadamente por estos bancos) que ayuden a resolver la situación, son elementos que imposibilitan totalmente que un país pueda decidir sobre su futuro.

Una entrevista larga per muy recomendable que se puede ller aquí http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/05/19/ldquoes-imposible-pagar-la-deuda-las-promesas-se-van-a-incumplir-y-alguien-va-a-salir-perdiendordquo-121126=

-------------------------------- Artículo original -------------------------------------------

PHILIP COGGAN, REDACTOR JEFE DE 'THE ECONOMIST'

“Es imposible pagar la deuda: las promesas se van a incumplir y alguien va a salir perdiendo”

“Es imposible pagar la deuda: las promesas se van a incumplir y alguien va a salir perdiendo”
Philip Coggan sostiene un billete de 5 libras durante la presentación de su libro. (Fundación Rafael del Pino)
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“La gente no sabe realmente lo que es el dinero”, asegura Philip Coggan, redactor jefe en The Economist y uno de los más prestigiosos periodistas financieros del mundo. “En los viejos tiempos, los billetes de Reino Unido valían realmente cinco libras, de oro o plata. Podías ir al banco y pedir que te dieran tu dinero en plata. Ahora es un trozo de papel que no representa nada más que la fe de que vas a conseguir algo a cambio”. Un billete, en efecto, sirve para tomarte un café, pero no tienen ningún valor per sé. “Todo lo que está detrás”, explica Coggan, “es nuestra creencia en nuestro gobierno y nuestra sociedad, la creencia de que las cosas van a funcionar. Pero lo gente puede perder su fe, como en Alemania en los años 20 o Zimbabue, recientemente, y la gente ya no puede usar su dinero. Usa el dinero de otra gente, cigarrillos, gasolina…”.
La historia es una batalla entre acreedores y deudoresCoggan ha visitado la Fundación Rafael del Pino de Madrid para presentar en España su nuevo libro, Promesas de papel. Dinero, deuda y un nuevo paradigma financiero (El hombre del tres). En él trata de explicar de forma rigurosa, pero asequible, como ha evolucionado a lo largo del tiempo nuestra relación con el dinero. En opinión del economista, que atendió a El Confidencial antes de impartir una conferencia, el dinero tiene dos utilidades: por un lado, es una forma de intercambiar bienes pero, además, es una forma de almacenar valor. “Estas dos utilidades del dinero están siempre en conflicto”, asegura el economista. “Si queremos que haya más comercio necesitaremos más dinero, pero si queremos almacenar dinero no querremos que haya más, porque perderá su valor. La historia es una batalla entre estas dos formas de dinero, entre los ahorradores y los acreedores, que quieren mantener el valor del dinero, y los deudores, que quieren que haya más dinero para poder pagar sus deudas”.
Tal como explica Coggan, siempre ha habido tensiones entre los sistemas que favorecían a los acreedores (los más habituales) y los que favorecían a los deudores. Y siempre han acabado rompiéndose. “Ahora vamos camino de una de estas crisis”, asegura el economista. Y las consecuencias son imprevisibles.
Viviendo ¿por encima de nuestras posibilidades?
Una deuda es, según el diccionario de la Real Academia Española, una “obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo, por lo común dinero”. Lo que no sabemos, explica Coggan, es que “el dinero y la deuda son dos caras de la misma moneda”.
Los bancos son como yonquis, necesitan que suban los precios todo el rato, pero alguna vez tendremos que dejarles que sufran el monoEs habitual escuchar que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades pero, ¿quién se ha endeudado realmente más de lo que debiera? “Ahora se habla mucho de la deuda de los gobiernos”, explica Coggan, “pero el problema realmente es la deuda conjunta de una sociedad”. Islandia, cuenta el economista, es un buen ejemplo: “El país no tenía apenas deuda estatal hasta 2007, pero tenía bancos que valían 9 veces lo que el total de su economía. Cuando los bancos quebraron, el gobierno tuvo que rescatarlos y, de repente, contrajo un montón de deuda”.
Cuando pensamos en deuda pensamos automáticamente en el déficit estatal, pero, tal como explica Coggan es una forma sesgada, e interesada, de ver las cosas: “En España la deuda del sector privado es del 200% del PIB. Tenéis grandes bancos. Tampoco tenéis un déficit estatal tan alto, en torno al 10%. Está por debajo de lo aceptable, y de lo que se estableció en Maastricht. No es el Gobierno español el que se ha endeudado, han sido los bancos y los propietarios”.
Un sistema financiero que no es de fiar
En opinión de Coggan, el sistema económico desde 1980 se basa en que los bancos centrales son muy poderosos y cada vez que hay una burbuja de mercado cortan los tipos, se deja de crear dinero y suben los precios. “Y es fantástico”, explica el periodista, “pero sólo para los bancos. Pueden hacer apuestas seguras sabiendo que siempre que haya problemas el banco central les va a echar un cable. Hasta los 80 los salarios de los banqueros no eran tan altos como los de los ingenieros o los informáticos, desde entonces no han dejado de subir. ¿Por qué? Porque era por ellos por lo que los precios subían”.
El rescate era necesario pero a cambio de éste la gente a cargo de los bancos debería haber perdido todo su dineroSeis años después de la debacle financiera, Coggan asegura que seguimos igual: “Los bancos son como yonquis, necesitan que suban los precios todo el rato, pero alguna vez tendremos que dejarles que sufran el mono, para que dejen las drogas. Lo que no está claro es cómo hacerlo”.
Los bancos son tan grandes que es casi imposible dejarles caer. En su opinión, los rescates fueron inevitables: “En Reino Unido el ministro de finanzas recibió una llamada del director de un banco que le dijo que en dos horas iban a cerrar y los cajeros iban a dejar de funcionar. Imagina las circunstancias, la sociedad dejaría de creer en el dinero en cuanto fuera a sacarlo y no se lo dieran. La gente habría hecho colas gigantes en el resto de bancos para sacar su dinero y habrían caído uno detrás de otro”.
El rescate era necesario pero, en opinión del periodista, a cambio de éste los responsables de los bancos deberían haber caído en desgracia: “Al menos deberíamos haber dejado que algún banco, o algunos ejecutivos, perdieran todo su dinero, para estar seguros de que el resto aprendería la lección. Pero no lo hemos hecho. Seguimos teniendo un 1% al que le sigue yendo bien, y el resto tenemos un salario más bajo”.
Una deuda que nunca se va a pagar
Para Coggan es evidente que nos enfrentamos a una situación en la que no se va a poder pagar la deuda acumulada. “El problema”, explica el economista, “es que hemos hecho demasiadas promesas. No sólo es la deuda, también le hemos prometido a la gente que pagaremos sus pensiones, protegeremos su salud, educaremos a sus hijos… Pero todo va a ser más caro a medida que la gente se haga mayor”.
No hay ninguna solución aceptablemente buena para salir de la crisis, sólo podremos escoger la opción menos dolorosaHay algo que en opinión de Coggan tenemos que entender: “Las promesas se van a incumplir y alguien va a salir perdiendo. Los ricos van a luchar contra los pobres, los jóvenes contra los viejos, los trabajadores del sector privado contra los del sector público, y unos países contra otros… Han pasado seis años desde que empezó la crisis y no hemos solucionado nadaporque no estamos de acuerdo sobre quién debe pagar la deuda”.
El economista es abiertamente pesimista. No hay ninguna solución aceptablemente buena para salir de esta, sólo podremos “escoger la opción menos dolorosa”. Y hay tres vías.
1. Estancarnos
“Si no vas a crecer”, explica Coggan, “no hay mucho que puedas hacer”. Tal como cuenta el periodista, esta es la opción que escogió Japón: “Es como una máquina del tiempo que nos enseña lo que nos va a pasar. Se están volviendo viejos. Venden más pañales para los ancianos que para los bebés. Y tienen muchísimas deudas. Su economía no ha crecido apenas en 20 años. De todas formas tienen suerte, porque se deben el dinero entre ellos mismos, y no tienen a los extranjeros llamando a la puerta para que les devuelvan el dinero”.
2. Inflar la oferta de dinero
“Es lo que hacían los antiguos reyes cuando tenían muchas deudas”, explica Coggan. “Dionisio de Siracusa, un monarca griego, recogió todos los dracmas de los ricos del país, a quienes debía dinero, y convirtió las monedas de un dracma en monedas de dos. Así pudo usar la mitad del dinero para pagar sus deudas devolviendo el resto de las monedas de uno convertido en monedas de dos. Eso es inflar el dinero. Pero España no puede hacerlo, porque no controláis vuestra divisa. Y si tuvierais vuestra propia moneda e  hicierais esto, los bienes españoles dejarían de ser competitivos en el resto de Europa. Sería terrible. Toda Europa tendría que inflar la oferta de dinero al mismo tiempo. Y eso no va a pasar”.
3. Entrar en default y no devolver el dinero
España está afrontando un terrible nivel de desempleo y los salarios son cada vez más bajos, pero, según Coggan, la historia sugiere que a largo plazo es imposible que una democracia aguante esa situación. “Al final”, explica el periodista, “tienes que tirar la toalla. Los demás países tendrán que aceptar, al igual que han hecho con Grecia, que las deudas no van a poder ser devueltas”.
En opinión del periodista, lo que va a pasar es que en estos países van a tomar el poder, tarde o temprano, determinados partidos que se van a negar a pagar la deuda: “La gente tiene que tener esperanza. Si lo único que les puedes decir es que van a ser pobres, y puede que no tengan trabajo… Es deprimente. Después de un tiempo te van a mandar al infierno. Lo que está pasando en muchos países, como en España, es que el partido que estaba en el poder cuando estalló la crisis se ha hundido, y ha entrado el otro partido, igual que ha pasado en Reino Unido. La gente pensaba que las cosas iban a ir mejor, pero no pueden hacer nada diferente, siguen apostando por la austeridad, y entonces piensas: ninguno ha traído nada bueno, vamos a probar a otro. En Reino Unido sale Ukip, en Alemania un partido que apuesta por salir del euro, en Italia Beppe Grillo… ¿En los años 30 que pasó? Llegó el fascismo o el comunismo. Toquemos madera. Es muy fácil ponerse a culpar a los judíos, a los emigrantes… Eso sería desastroso”